El Buda del salón, estornudó una mañana. Ante su asombro, abandonó la posición de loto, se sacudió, estiró su cuerpo y la miró fijamente.
—No aguanto más este sahumerio, ya no estoy pa´esto.
Sin darle tiempo a reaccionar, con la elegancia de un Om, saltó de la estantería y se hizo añicos en el suelo.
Anuncios